Menu Principal:
FINALIDAD DE LA LITURGIA.
Por la liturgia como punto privilegiado del encuentro entre Dios y el hombre, bajo el velo de los signos desciende Dios hacia el hombre para hacer que desciendan sobre ellos sus dones. y el hombre se eleva hacia Dios, para ofrecerle la oración de adoración y de acción de gracias.
La liturgia tiene un doble movimiento: ASCENDENTE Y DESCENDENTE y los vemos claro en la siguiente oración del Canon Romano: TE ROGAMOS HUMILDEMENTE DIOS TODOPODEROSO, QUE ESTA OFRENDA SEA LLEVADA A TU PRESENCIA HASTA EL ALTAR DEL CIELO, POR MANOS DE TU ÁNGEL, PARA CUANTOS RECIBIMOS EL CUERPO Y LA SANGRE DE TU HIJO AL PARTICIPAR AQUÍ DE ESTE ALTAR, SEAMOS COLMADOS DE GRACIA Y BENDICIÓN.
Dicho en términos más teológicos, en la liturgia se da un doble proceso:
Katábasis. Dios desciende a nosotros, nos habla y nos santifica. Es la dimensión salvífica (soteriológica). Lo que Dios hace a favor nuestro.
Anábasis. Nosotros ascendemos a Dios y Él acoge con agrado nuestro culto. Es la dimensión de glorificación a Dios (latréutica). Lo que nosotros obramos en honor de Dios.
La liturgia alcanza su punto culminante en la celebración de la Eucaristía, que es sacrificio de adoración y de acción de gracias, sacrificio de alabanza, al mismo tiempo es memorial eficaz del acto redentor. La Eucaristía es la que más profundamente realiza el doble movimiento de la Liturgia: sacrificio ofrecido a Dios, acto supremo de culto de adoración, es también por excelencia el don de Dios a los hombres.
El documento de Santo Domingo n.34 expresa la finalidad de la liturgia de la siguiente manera: "Pero la liturgia es acción del Cristo total, Cabeza y miembros y, como tal, debe expresar el sentido más profundo de su oblación al Padre: obedecer, haciendo de toda su vida la revelación del amor del Padre por los hombres. Así como la celebración de la Ultima Cena está esencialmente unida a la vida y al sacrificio de Cristo en la cruz y lo hace cotidianamente presente por la salvación de todos los hombres, así también, los que alaban a Dios reunidos en torno al Cordero, son los que muestran en sus vidas los signos testimoniales de la entrega de Jesús (Cfr. AP. 7, 13ss). Por eso, el culto cristiano debe expresar la doble vertiente de la obediencia al Padre (glorificación) y de la caridad con los hermanos (redención), pues la gloria de Dios es que el hombre viva. Con lo cual libera a los hombres y los hace hermanos.